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Si querés llorar...llorá


Todos quienes alguna vez concurrimos a un torneo infantil de fútbol, ya sea como formador o como padre espectador, fuimos testigos del llanto que provocaba en muchos niños el hecho de haber perdido un partido, generalmente cuando estaban en instancias de definición. Ni hablar si erraban un penal y así el equipo quedaba descalificado para continuar. En estas ocasiones la actitud del entrenador es fundamental, he visto de todo, desde los que se solidarizan con el niño hasta los que los ignoran por considerarlos culpables del fracaso, incluso estas mismas actitudes la tienen muchos padres…temas para otro artículo. Hace muy poco tiempo se viralizó un video donde un técnico de primera división del fútbol argentino les hablaba a unos niños que habían perdido un partido, explicándoles que en el fútbol siempre hay revancha, pero enfatizaba su exposición refiriéndose a uno de los chicos que no paraba de llorar ordenándole que dejase de llorar, imperativamente. Acá quiero hacer un alto.


Vamos por parte. Primero, si queremos que el niño no llore en esos momentos, primero como formadores tenemos que mostrar que perder un partido, sea en el momento que sea no está mal, no es el fin de nada, sino que es parte del juego y pase lo que pase tenemos que disfrutar de haber jugado. Quiero que se entienda bien, no hablo de que es lindo perder, digo que no está mal, y los entrenadores deben mostrarse felices al término de cualquier partido, los motivos? Si ganamos porque ganamos, si perdimos porque jugamos, porque aprendimos de los errores, porque dejamos todo en la cancha, porque nos vinieron a ver, porque seguimos creyendo que podemos, y puedo seguir un rato largo, pero les dejo a ustedes continuar escribiendo para incorporarlo al discurso que darán al término de los próximos partidos.


Segundo, el llanto es una expresión física de una emoción, alegría, nervios, tristeza, ira, dolor, etc.; y como ya sabemos, las emociones son inconscientes, no podemos actuar sobre ellas para evitarlas o eliminarlas, solamente podemos gobernarlas para que no se tornen tóxicas, entonces las vamos a reconocer, aceptar y así hacer que se vayan atenuando. Tenemos que dejar que el niño se exprese, es una forma de bajar la tensión y reconocer lo que le pasa, si le decimos que no debe llorar, inconscientemente estará procesando que lo que siente está mal, que no está respondiendo como debería y que además decepciona a quien debe enorgullecer; y la realidad es que quien decepciona es el que dice que no debe expresar lo que siente. Enseñemos a los niños que está bien expresarse y reconocer sus emociones, evitaremos problemas a futuro.


Tercero, sí pasa...generalmente para calmarlos solemos decirles que "no pasa nada..." y sí pasa, por eso lloran. Tenemos que entenderlos, saber que están tristes, angustiados, que una vez que les pase se van a dar cuenta que no existe un problema detrás de eso, simplemente una emoción pasajera, pero mientras existe está bien que la expresen. Evitemos el no pasa nada, mejor digamos te entiendo, pero ya te va a pasar.


No le tengan miedo a que los chicos lloren, no los hace más débiles, los hace más humanos.

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